domingo, 23 de diciembre de 2018


UN CUENTO EJEMPLAR

El conde Lucanor no sabía qué hacer con una pequeña cantidad de dinero que le había sido otorgada tras la muerte de un familiar. Pues consideraba innecesaria esa herencia en su vida, pero se avergonzaba de lo poco que era para entregar a cualquier personas por muy necesitada que estuviese. Al no saber qué hacer le preguntó a Patronio y le respondió con el siguiente relato:
Erase una vez en una ciudad como cualquier otra en un momento indeterminado de la historia, un pobre con una sola moneda de oro que acaba de conseguir tras largas horas de esfuerzo y trabajo. Por otro lado había un rico muy rico, hasta tal punto que tenía una habitación en su palacio destinada a almacenar lingotes de oro, joyas y tesoros. Por una simple casualidad ambos se cruzaron y vieron que en lado derecho de la calle en el suelo sentado, había un joven huérfano necesitado. El hombre pobre le entregó la  única moneda que tenía y el rico le otorgo con gran orgullo tres de sus brillantes lingotes de oro. Para su asombro, el agradecimiento y la sonrisa más grande fue para el pobre, pues le dio todo lo que tenía, mientras que al rico apenas lo miró.
El conde vio que Patronio le había aconsejado muy bien, obró según sus recomendaciones y le fue muy provechoso hacerlo así.
Y, viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo esta frase que condensa toda su moraleja:
 “Cada persona ofrece lo que es, pues más rico no es el que más tiene, sino el que más da”.



domingo, 11 de noviembre de 2018

Mi héroe moderno

Saúl Craviotto es un piragüista y policía nacional catalán, ganador de 4 medallas olímpicas y del programa  de cocina Masterchef. Nació el 3 de noviembre de 1984 en Lleida. Mide 1,92 metros y pesa 98 kg. Pertenece al club deportivo UCAM (Universidad Católica San Antonio de Murcia) y su entrenador es Miguel García. Los valores principales que él imparte son la disciplina, la perseverancia, el esfuerzo, la responsabilidad, la superación y el sacrificio.

Es un hombre como podría ser cualquier otro, pero con una pequeña diferencia, es un luchador. Saúl a pesar de estar en un deporte minoritario, de los altibajos y  los desequilibrios del piragüismo, nunca ha tirado la toalla, la decepción nunca ha podido con él y sigue ahí, con sus 34 años, sus dos hijas y su mujer las cuales forman parte del pilar fundamental de su apoyo. Y su próximo objetivo no es ni más ni menos que las Olimpiadas de Tokyo 2020.

Con él he aprendido algo muy importante y es que todos y cada uno de nosotros podemos hacer los que nos propongamos, absolutamente todo. El secreto está en la constancia y la determinación a la hora de afrontar tu sueño. Cada persona debe construir su propio camino hacia el éxito, ya que todos somos únicos, llenos de defectos y virtudes; pero con trabajo todos podemos lograrlo. Y un valor súper importante es la humildad, a pesar de haberlo ganado todo, no se compara con nadie, ni se cree mejor o superior que los demás.

Saúl no solo es mi héroe por todo lo dicho anteriormente (que no es poco), sino también por las labores sociales que hace. Pocas personas son conocedoras que de Saúl es embajador de manos unidas, aportando su granito de arena para luchar por un mundo más justo. Ha viajado a Mozambique para vivir la experiencia de realizar un proyecto que va a ayudar a más de 1200 niños a mejorar su calidad de vida, en la cual invierte en deporte (baloncesto, balonmano, fútbol sala…) y a su vez en enseñanza, salud y valores.

En su viaje a Mozambique no solo vio las instalaciones sino que también cocinó para ellos y conoció los sueños e inquietudes de estos jóvenes de Amatongas. Este hombre me ha marcado mucho más que cualquier súper héroe de ficción, este hombre es un héroe, un héroe moderno y real.